Erupciones volcánicas
La erupción del volcán de La Palma nos ha recordado la fuerza y capacidad de transformación que existe en la corteza terrestre. Una erupción volcánica es el final de un proceso por el cual el incremento de la presión dentro de la cámara del volcán hace que el magma salga a la superficie. La subida de presión dentro de la cámara se puede producir por la entrada de nuevo magma, principal causa de las erupciones, o bien por la acumulación de los gases que el magma genera en el proceso de enfriamiento y cristalización. Este aumento de la presión produce deformaciones del terreno y temblores. Si la subida de presión continúa ocurre la salida del magma a la superficie para equilibrar de nuevo la presión dentro de la cámara.
En función de cómo sea el mecanismo de aumento de presión de la cámara del volcán se producirán erupciones de distinta naturaleza con distintos riesgos asociados. En las erupciones más explosivas, erupciones estrombolianas y plinianas, el magma y las paredes se fragmentan siendo expulsados con violencia por los gases volcánicos formando depósitos piroclásticos. Este tipo de erupciones se caracterizan también por la columna de humo o pluma que producen, que puede llegar a alcanzar varios kilómetros de altura. En erupciones no explosivas, erupciones hawaianas, se produce un flujo continuo de material volcánico formado principalmente por lava basáltica.
Las erupciones volcánicas se pueden clasificar, al igual que los terremotos, por la magnitud de la energía que liberan. Esta magnitud se mide por la medición del volumen total de magma que emite expresada en metros cúbicos. Combinando la magnitud, el grado de explosividad y la altura que alcanza la columna eruptiva se genera una escala de 0 a 8 llamada Índice de Explosividad Volcánico, que permite comparar diferentes erupciones.
Imagen del satelite Landsat 8 del volcan de La Palma
Fuentes, Wikipedia, NatGeo, ABC