¿Nos salvarán las bacterias de acabar enterrados en plástico?

Uno de los grandes problemas sin solución que destruyen cada día el medio ambiente es el uso descontrolado de plásticos en nuestras vidas. Son muchos los intentos por cambiar nuestro estilo de vida para descender el nivel de plásticos utilizados, como la reciente prohibición de la UE de los microplásticos que acabará con la producción de purpurina y otros usos cosméticos. Investigaciones que comenzaron hace más de 20 años abrieron la puerta hacia una posible solución para acabar con los desechos plásticos del planeta: las baterias.

Unos 8 millones de residuos plásticos llegan a los océanos al año, la mayoría son microplásticos, de ahí que la UE pretenda reducir su producción y se ha planteado como objetivo reducir la contaminación por microplásticos en un 30% antes del 2030. Los microplásticos están en todas partes, se han encontrado nanopartículas de plástico en frutas y verduras que han llegado hasta ellas a través de sus raíces, también han hallado microplásticos en casi todos los órganos humanos incluso pueden pasar de madre a hijo por la leche materna. Por lo tanto, reduciendo su producción se pretende aminorar la imparable producción de basura plástica, lo que conforma el verdadero problema: ¿cómo deshacernos de los plásticos?

Los sistemas para descomponer los plásticos no son realmente efectivos, comparado con otro materiales como el vidrio que se puede reutilizar de forma ilimitada. Y además, sólo el 9% de los plásticos acaban en una planta de reciclaje. La única forma permanente es su incineración lo que aumenta la crisis climática al liberar en el aire el carbono del plástico. Desde hace unos años surgió la esperanza de que las bacterias nos ayuden a descomponer de forma efectiva el plástico, como descubrieron un grupo de científicos japoneses cuando encontraron un microbio masticando una botella de plástico en un vertedero. Hasta ahora las investigaciones muestran que el trabajo de estas bacterias naturales es demasiado lento para que puede ser una ayuda real, comparándolo con el ritmo de consumo mundial de plástico que se produce a lo largo y ancho del planeta. Pero, además de un necesario cambio de vida y conciencia en nuestra sociedades actuales, seguramente la solución la enontremos en la propia naturaleza, «todo lo que debemos hacer es observarla».

 

Fuente: The Guardian