Descubren huellas que revelan la convivencia de dos especies humanas hace 1,5 millones de años

Un equipo internacional de científicos ha identificado una serie de huellas fósiles en la cuenca del lago Turkana (Kenia), las cuales revelan la coexistencia de dos especies humanas hace 1,5 millones de años. Estas marcas, atribuidas al Homo erectus y el Paranthropus boisei, sugieren un escenario evolutivo más complejo del que se conocía hasta ahora.

Foto: Kevin Hatala

El análisis de las huellas muestra diferencias significativas en la estructura y el tamaño, lo que permitió identificar la presencia de dos grupos diferentes de homínidos. Mientras que las huellas del Homo erectus reflejan una biomecánica similar a la de los humanos modernos, las del Paranthropus boisei presentan variaciones anatómicas que indican características físicas distintas. Es decir, hablamos de un homínido menos corpulento, con un cerebro más pequeño que el erectus, y caracterizado por unas enormes mandíbulas y molares con las que masticaba vegetales duros y fibrosos, como siguen haciendo hoy en día los gorilas.

Este descubrimiento sugiere que los ecosistemas de hace 1,5 millones de años estaban habitados por varias especies humanas que compartían territorios y recursos. Esto refuerza la idea de que la interacción entre especies, ya fuera en términos de competencia o coexistencia pacífica, jugó un papel crucial en la evolución humana. También plantea nuevas preguntas sobre cómo estas especies podían haberse adaptado a un entorno competitivo en términos de acceso a alimentos y hábitats.

“Pasaron por allí con una diferencia de horas, o unos pocos días a lo sumo”, explica Kevin Hatala, investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemaina y couator del hallazgo publicado el pasado jueves en Science. El descubrimiento de estas pisadas fosilizadas permite explorar “montones de preguntas claves sobre la evolución humana y la competición entre especies”, destaca el científico.

Importancia del descubrimiento

Las huellas fosilizadas no solo ofrecen una visión única sobre la locomoción y la biomecánica de estas especies, sino que también proporcionan pistas sobre su comportamiento social y ecológico. Este tipo de evidencia es escasa en el registro fósil, y su análisis ayuda a reconstruir el panorama de las primeras interacciones humanas. Además, sugiere que la evolución de la marcha bípeda, un rasgo distintivo del género Homo, ya estaba bien establecida en esta época.

Este hallazgo abre nuevas líneas de investigación para comprender la diversidad y las dinámicas de las poblaciones humanas antiguas. Estudios futuros podrían centrarse en identificar más huellas, analizar restos arqueológicos asociados y desarrollar modelos que expliquen cómo estas especies coexistieron y evolucionaron en un entorno cambiante. Asimismo, pone de manifiesto la importancia de la investigación interdisciplinaria en paleontología, antropología y geología para descifrar los misterios del pasado.