Al buen entendedor, pocos balidos bastan
«Estar como una cabra» (como sinónimo de no estar en sus cabales) es solo una de las frases hechas que en multitud de lenguas describen como los humanos vemos a estos animales: desequilibrados, ridículos, descontrolados… . Pero, ¿y si las cabras no fueran tan estúpidas como nos pensamos? Sobre todo, emocionalmente hablando.
Siempre solemos otorgar a perros, gatos y mascotas en general cualidades humanas relacionadas con las emociones, pero en raras ocasiones lo hacemos con animales de granja. Es el caso de las cabras que, hasta hoy, no han suscitado el interés de los humanos en lo que respecta a sus cualidades emocionales y, por lo tanto, sus necesidades. El personal científico del Research Institute for Farm Animal Biology (FBN) centra sus esfuerzos en conocer más sobre los aspectos cognitivos de cabras, cerdos y otros animales de granja. A lo largo de la historia, el interés científico en estos animales se había centrado en aspectos biológicos y, sobre todo, en términos de alimentación, mientras que el estudio de sus emociones casi no ha tenido relevancia. A pesar de que las cabras igualan a los perros en algunos aspectos de inteligencia social, según el FBN, y que los cerdos muestran unos índices de empatía muy altos.
Conocer los aspectos mentales de los animales de granja puede abrir muchas oportunidades en el ámbito de la bioética, además de en otras disciplinas relacionadas con la psicología humana y los vínculos afectivos que podemos desarrollar con otros seres vivos.
Tal vez, con los años puede que ser «the GOAT» no sea la única expresión positiva que nos inventemos con estos animales.