La luz azul del sol y las pantallas no perjudica nuestra retina

Lo afirma la neurocientífica Conchi Lillo, que ha publicado el libro “¡Abre los ojos!”, en el que explica a través de la ciencia todo lo que hay detrás de la mirada.

La neurocientífica Conchi Lillo (Huelva, 1973) lleva años divulgando la importancia que tienen los únicos órganos de nuestro cuerpo que nos permiten captar la luz y generar colores en nuestro cerebro. Aunque, en realidad, como ella misma repite, los colores solo existan gracias a que los vemos.

Lillo es profesora de la Facultad de Biología de la Universidad de Salamanca, dirige el Servicio de Microscopía Electrónica de la universidad e investiga sobre las enfermedades de la retina en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León, que forma parte del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca. La investigadora incide en la importancia de entender que no todo el mundo tiene el mismo tipo de visión, algo fundamental a la hora de hacer diseños gráficos o de, incluso, diseñar ciudades y espacios: “No vemos el mundo como es, sino como somos”, explica en su libro.

En dicha publicación, la divulgadora desmonta mitos relacionados con la vista y desmiente bulos, además de contar curiosidades como que algunas sustancias psicotrópicas como la dietilamida de ácido lisérgico (LSD) inducen la sinestesia —de ahí lo de “flipar en colores”—. “Nosotros vemos con el cerebro. Es lo que interpreta lo que entra a través de nuestros ojos, que son como una guía de percepción”, explica Lillo.

 

Conchi Lillo Científica y divulgadora

Conchi Lillo, neurocientífica y divulgadora – Fotografía de Irene González

 

Según Lillo, la luz azul es crucial para regular nuestros ritmos circadianos y para la percepción visual. La creencia de que la luz azul es perjudicial ha sido amplificada por el marketing, pero no cuenta con respaldo científico. La neurocientífica explica que la luz azul es una parte natural del espectro de luz visible y es fundamental para nuestra salud visual y bienestar general. Lillo resalta que los dispositivos electrónicos emiten una cantidad de luz azul mucho menor en comparación con la luz solar, lo cual hace que sea improbable que causen daño ocular en condiciones normales de uso.

Además, Lillo advierte sobre el uso excesivo de filtros de luz azul en gafas y pantallas, argumentando que «pueden alterar los ritmos circadianos naturales del cuerpo». Estos filtros, que se han vuelto populares en los últimos años, podrían ser innecesarios e incluso perjudiciales si se utilizan de manera inapropiada, especialmente en exteriores donde la luz azul es beneficiosa para mantenernos alerta y sincronizados con el ciclo día-noche.

Finalmente, Conchi Lillo subraya la importancia de la educación y la divulgación científica para desmentir mitos y malentendidos sobre la salud visual. Según ella, «es esencial que la información basada en evidencia llegue al público para fomentar prácticas saludables y evitar el alarmismo infundado». La neurocientífica aboga por una mayor comunicación entre la comunidad científica y la sociedad para mejorar la comprensión de temas complejos y promover el bienestar ocular.

 

Fuente: eldiario.es.