5 puntos ciegos y otros mitos de la innovación
Bill Gates, en su prólogo sobre Edison y el surgimiento de Innovación escribe:
«Edison conscientemente construyó sobre las ideas de sus predecesores, así como sus contemporáneos. Y lo más importante, reunió a un equipo de personas -ingenieros, químicos, matemáticos, y maquinistas- en los que confiaba y que estaban capacitados para llevar a cabo sus ideas. Nombres como Batchelor y Kruesi pueden que no sean famosos hoy en día, pero sin sus contribuciones Edison no habría sido Edison».
Nuestros crianza, nuestra educación, nuestras disciplinas, nos forman y modelan. Esta individualidad hace que cada persona tenga un potencial único, sí, pero también una ignorancia única; ya que no podemos escapar de nuestras propias perspectivas. Por tanto, si queremos hacer un buen trabajo -y sobre todo si queremos innovar- tenemos que ser “otro”.
Me encanta aprender sobre las historias antiguas. Vamos a explorar la historia de Los cinco hombres ciegos para comprender por qué la única manera de ver nuestros prejuicios es a través de otras personas.
Los cinco hombres ciegos
Cientos y cientos de años atrás en la India, había un pueblo que tuvo cinco hombres sabios. La gente del pueblo iba a ellos cuando tenían problemas: con quién casarse, cuándo cosechar, cómo prepararse para el invierno. Estos cinco hombres, eran de avanzada edad, y la oftamología por aquella época no era muy buena, por lo que cada uno de ellos termino estando ciego.
La ceguera no fue un problema para sus labores hasta que un día una criatura de la que habían oído hablar toda su vida llegó a la ciudad: un elefante. Todos habían oído hablar de un elefante sin embargo ninguno de ellos había visto uno. Entonces, como buenos ancianos sabios y ricos que eran, tuvieron la curiosidad sobre qué era un elefante. Así que cada uno se acerco por su cuenta a la gran bestia y tocó una parte diferente: tronco, colmillo, pierna, estómago y cola.
Como se pueden imaginar, todos ellos llegaron a conclusiones muy diferentes sobre la naturaleza del elefante: el hombre que tocó el tronco pensó que el elefante tenía forma de serpiente; el de colmillo pensó que tenía forma de espada; y así sucesivamente con el resto. Cada anciano tuvo una experiencia categóricamente diferente de lo que realmente era un elefante, lo que podría ser la verdad de un elefante, una comprensión directa de lo que era pero totalmente limitada.
Esta historia es tan eterna como oportuna. En este cuento tradicional, el elefante en la habitación es la verdad. Y cada tradición -ya sea religiosa, científica o técnica- hay un conjunto diferentes manos sobre el elefante. Lo que significa que, si bien todos estamos singularmente dotados, también estamos singularmente limitados.
La lección
Tenemos una cantidad asombrosa de información alrededor de nosotros todo el tiempo, no tenemos ninguna conciencia de los límites de nuestros puntos de vista según nuestros prejuicios y el tamaño de nuestros puntos ciegos. (¿Ha notado cómo la mayoría de las startups de Silicon Valley parecen resolver los problemas particulares de los ingenieros de software que viven en el Bay Area?).
No importa lo inteligente que puedes llegar a ser, cuántos países has visitado, sólo podemos ser nosotros mismos. Y parte de ser uno mismo es ser un individuo. Y parte de ser una persona es tener una perspectiva. Y parte de tener un punto de vista es admitir que hay cosas que no vemos.
Lo que necesitamos es tener gente a nuestro alrededor que pongan sus manos en otras partes del elefante. Entonces, ¿cuál es la lección aquí? La única manera de que podamos hacer frente a nuestros puntos ciegos es encontrar personas que tengas diferentes. Con ese tipo de contraste, podemos tener una mejor comprensión del elefante en cuestión.
Fuente: Fast Company